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Bendición de los niños en el Santuario de La Candelaria

Como cada año, miles de familias se reunieron la mañana de este 2 de febrero para participar de la Bendición de los niños, en la fiesta Grande de La Candelaria.

La celebración fue presidida por el Obispo de Copiapó, Mons. Celestino Aós, quien llamó a los papás y mamás a llevar a los niños al Santuario todo el año, y los invitó a explicar a los más pequeños que “para Jesús todos somos importantes, cada vida es sagrada y queremos acogerla desde el primer momento de su concepción hasta que el Señor la llame al Cielo”. Agregó: “Lleven a los niños a misa, a las parroquias; en ninguna comunidad cristiana sobran los niños, en ninguna molestan” enfatizó el Pastor.

La esperada aspersión de agua bendita sobre los niños y las familias fue el momento culmen de la celebración, vivido con alegría por todos los fieles en el santuario.

Una novedad este año en la bendición de los niños fue la implementación de un rincón con mesitas y sillas para que los niños pintaran y se entretuvieran mientras empezaba la liturgia. Iniciativa de la Vicaría de Educación que busca ofrecer un espacio de entretención y formación para los más pequeñitos y motivar a la participación de las clases de religión en los colegios.

Toda vida es sagrada

En la novena que tuvo lugar por la tarde en el Santuario, el Obispo se refirió a la defensa de la vida, señalando que «durante nueve meses el cuerpo de la mamá se va transformando, pero también es el corazón de esa mujer el que debe ir transformándose para hacerse madre. Para nosotros los hombres también es un proceso de acompañar y de ir haciéndose padre», y agregó: «Toda vida es sagrada, viene de Dios, por eso, presentemos nuestros hijos al Señor y a la iglesia, la iglesia le va a dar la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración, nosotros la comunidad cristiana».

Misa vespertina: «Que nuestra esperanza se reparta y se contagie»

La esperanza fue el tema de la prédica del Obispo en la misa de la tarde. «Nosotros en este momento de la historia de Chile tenemos que ser personas de esperanza – dijo don Celestino,- los hermanos que han perdido todo en los incendios, nuestros hermanos en Chollay que han sufrido una catástrofe enorme con los aluviones y que ha quedado en la sombra; nosotros que vivimos en estas tensiones, en que hasta la vida y la familia se cuestionan, rodeados de escándalos de corrupción, ¿vamos a apagar el fuego con bencina? No, no queremos ser portadores de desesperanza. Pero tampoco debemos ser ilusos. Tenemos que mirar a Jesucristo que es la luz del mundo». El Obispo pidió a la Virgen «que nuestra esperanza se reparta y se contagie para que sobre Chile crezca la serenidad, el ánimo, el entusiasmo, que entre todos construyamos un país de hermanos donde no sobra nadie y donde haya paz, justicia y verdad para todos».