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Jacqueline Castro Ravelo: “Vine a Chile a sanarme, conocí el miedo, la tristeza de perder amigos y familiares, siempre soñé con regresar”

Jacqueline Castro Ravelo forma parte del numeroso grupo de chilenos que tuvo que huir de su país en tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet.  Su padre estuvo en 3 campos de concentración, pero logró asilo en Holanda.

Estudia música como profesión y conoce los diferentes ritmos del continente americano, entre otros, la tonada chilena, la zamba brasileña, la chacarera argentina, el joropo venezolano y el merengue caribeño.

Al relatar su experiencia a 40 años del golpe de estado señala que “nosotros salimos arrancando  de la dictadura en 1976, primero a Argentina, pues a mis padres los tenían detenidos mi padre fue Director de Ferrocarriles, colaborador de Allende estuvo detenido en Chacabuco, Tres Alamos e Isla Dawson; mi padre quedo traumatizado por las torturas mi madre también pero ella nunca habló de eso, ambos murieron el 2010 con un trocito de su alma quebrada por todo este exilió inhumano, que vivieron”.

Durante su exilio en Holanda, se hizo cantora para ayudar a los pueblos reprimidos “me hice una nómada enfermiza, me siento de todas partes y de ninguna, cada cierto tiempo vuelvo a Holanda, donde tengo mi familia más cercana, pero siento la necesidad de estar en Chile, actualmente estoy trabajando con la obra de Gabriela Mistral, le puse música a 13 poemas de ella y como su poesía es universal he llevado sus poemas a muchos países”.

“Vine a Chile a sanarme, conocí el miedo, la tristeza de perder amigos y familiares me siento totalmente, ligada a Chile y siempre soñé con regresar a mi país, tuve muchos problemas de discriminación y desarraigo”.

Hoy a 40 años del golpe se revive la represión, “siento rabia por la injusticia, estamos a años luz para que en Chile se pueda hacer justicia real en contra de los asesinos, de los torturadores, en contra de los represores”.

Agregando, “creo que es necesario tener espacios para contar la desgracia, porque hay mucha gente que tuvo que callar y aprendió a vivir en el miedo”.

Jacqueline finalizó “los políticos y militares de la época y todos en el país, sabían que estaba pasando, mi padre estuvo 2 años recluido en Chacabuco, donde fue torturado.  Una cárcel es poco para castigar a los culpables,  pero que pidan perdón y asuman sus culpas ayuda,  yo los ajusticiaría y los mandaría a hacer un trabajo de conciencia, de limpieza de su alma. Tengo rabia, tengo pena y fui víctima, de muchas injusticias, para que el país avance en esta materia es preciso abrir espacios para que las víctimas, contemos todo lo que nos toco vivir en dictadura”.

Fuente: Cecilia Cabrera.