ABUELITA CUMPLIO 103 AÑOS RECORDANDO PASADO GLORIOSO EN CARRIZALILLO
Ya no trabaja la tierra, pero sigue siendo usuaria activa de INDAP y permanece atenta al negocio familiar.
Clara Hortensia Bórquez de Campusano le pregunta por el negocio todos los días al único de sus trece hijos que se quedó en Carrizalillo para acompañarla haciéndose cargo de trabajar las aceitunas.
Su media hectárea de olivos todavía le sigue dando el sustento para ella y su familia, quizá no como en antaño, por causa de la falta de agua, pero lo suficiente como para mantenerse activa en la producción y elaboración de aceitunas en el pueblo de Carrizalillo, incluso hoy, en que acaba de cumplir 103 lúcidos y envidiables años.
La fecha de inscripción en su cédula de identidad dice que Clara Bórquez de Campusano nació un 14 de enero de 1913, pero su familia cuenta que antes a los niños los inscribían entre los 3 y 5 años. Claramente pasó más de un siglo y la “Clarita” -como la llaman sus hijos -continúa preocupada de sus olivos, atendiendo a sus 13 hijos y preocupándose de que todo marche bien en la huerta.
A la hora de almuerzo se prepara para una entretenida conversación con quienes se llegan a diario a empaparse de las historias sobre un pasado agrícola glorioso en dichas comarcas de principios del siglo XX. “Yo nací en la Aguada de la Higuera acá cerca, pero la familia de mi papá se educó en Caleta de Chañaral de Aceituno. Antiguamente allí había mucha agua y mis papás nos enseñaron a elaborar quesos de cabra junto con enseñaros a los ocho hermanos cómo trabajar la tierra. Fíjese que teníamos cerca de mil animales por estos lugares con agua para alimentarlos a todos”. La producción de olivos era muy buena, pero el terremoto de 1922 secó el pozo de Chañaral de Aceituno. “En los 50 llegamos a Carrizalillo y no me moví nunca más de acá. Mis hermanos se fueron buscando mas oportunidades en los alrededores y hacia otras regiones, pero me yo me dediqué junto a su esposo ayudarle a mantener lo olivos”. Recuerda que antes también esperaban la época de verano para extraer locos y otros moluscos, con lo cual eran capaces de capear malas temporadas, cuando la venta de aceituna decaía. “El fin de la época gloriosa de Chañaral de Aceituno comenzó cuando las empresas mineras comenzaron a comprar y vender tierras”, junto a ello -agrega- se comenzó a acabar el agua, hoy sólo existen algunos propietarios de terrenos y derechos de agua.
La Clarita sigue siendo una de las más de 100 usuarias y usuarios activos del programa de desarrollo local, Prodesal, de INDAP en Freirina y como tal sigue siendo atendida en asesoría técnica para mejorar la producción de aceitunas y también como sujeto de crédito para compras de insumos y herramientas con qué trabajar la tierra.
Al respecto, el director regional de INDAP, Leonardo Gros Pérez, destacó que “INDAP no tiene o hace discriminación hacia los adultos mayores, en este caso, otorgando créditos e inversiones hacia este segmento porque lo que buscamos es lograr que la tierra esté en condiciones de poder generar el sustento a tantas familias campesinas si importar su edad, genero o condición. Tenemos un lineamiento estratégico que está orientado a apoyar a mujeres y jóvenes, y por ello quisimos visitar a la Clarita que es madre, abuela y bisabuela a la vez para relevar su ejemplo a las futuras generaciones de mujeres y jóvenes, de cómo la agricultura familiar es capaz de dar sustento y trabajo; de producir alimentos frescos y sanos presentes en las mesas de miles de hogares; y de ser un factor relevante en las economías a escala en cada territorio.