La “épica” en el Plan de Emergencia Habitacional
Por: Rocio Díaz Gómez, Seremi de Vivienda y Urbanismo, región de Atacama.
La palabra ética nos habla de la decisión que como persona realizamos para escoger una opción buena o mala, de acuerdo con los valores y la formación que cada persona ha cultivado; menos conocida y no menos importante es la palabra “épica”, que proviene del adjetivo griego ἐπικός (epikos) y se traduce como algo relativo a la palabra o la historia que resalta hechos legendarios desarrollados en un tiempo, o bien un espacio que celebra logros heroicos y temas de relevancia cultural. Y es aquí, justamente en ambos términos y significados, que se desarrolla y materializa el Plan de Emergencia Habitacional en todas las regiones de Chile, incluyendo la región de Atacama. El desafío de hacer épica, sin dejar de lado el trabajo colaborativo y sincero frente a las familias, representa un nuevo rol del Estado, encabezado por el presidente Gabriel Boric, que busca reivindicar la gestión estatal a través de una forma de relación diferente con la ciudadanía, que implica volver a creer en la capacidad de articulación política con la comunidad y la articulación técnica con el sector público y privado para avanzar en la construcción de viviendas dignas y adecuadas.
Todo gran desafío conlleva un esfuerzo que intenta no solo dar respuesta inmediata a una crisis, si no también comprender que los grandes cambios se construyen en base a voluntad y compromiso. El acceso a la vivienda digna se ha convertido en una de las propuestas más concretas de nuestro actual gobierno, que busca ante todo reducir el déficit habitacional por medio de una sólida estrategia de adquisición de suelos (terrenos) involucrando a diversos actores e instituciones como , Municipios, Subdere, Gobiernos Regionales y Bienes Nacionales , lo que simboliza el compromiso del Gobierno de responder a los anhelos de cientos de familias que esperan una solución habitacional que además, sume entornos seguros y de calidad, garantizando la vida digna a la que todos y todas aspiramos.
Es aquí en donde la construcción de la vivienda se convierte en algo más que satisfacer una necesidad, más bien se posiciona como un relato vivo que busca superar una crisis en aumento en los últimos años. La búsqueda de soluciones, en el caso de Atacama, ha sido un trabajo mancomunado con diferentes instituciones de la sociedad civil, privados y públicos, configurando un escenario que reconoce la promesa de la vivienda como eje trasversal para las futuras trasformaciones sociales, donde el tener un “techo” se configura como un derecho fundamental; entendiendo que el uso y goce de otros derechos igualmente importantes, se hace bajo de un techo sólido y digno.
Desde este escenario, se reconoce el valor de la función social como un espacio que crea comunidad y territorio. En este aspecto el Plan de Emergencia Habitacional nos hace pensar en la necesidad de volver a reencontrarnos con la educación popular y el diálogo, como elementos que promocionan las virtudes democráticas de la población.
En razón de ello la vivienda se posiciona como un espacio de permanente construcción que no solo resuelve la carencia, sino que integra diversas opciones que profundizan el alcance de la política pública en la complejidad de los barrios y asentamiento precarios, todo esto en el marco de una sensación de inestabilidad que requiere de acciones que aporten a recomponer el tejido social, pero también a construir ciudades más integrales que resguarden el cuidado y comprendan las necesidades de los ciudadanos.
Por lo tanto, el desafío no sólo se encuentra en lograr la meta de 7 mil 500 viviendas en Atacama, sino más bien en el modo en que se gestionan los anhelos de todas las familias que requieren de un hogar, trabajando sin abandonar la búsqueda de la épica en la gestión pública, pero sobre todo reconociendo que en cada proyecto habitacional y urbano que se elabora, debería estar el compromiso de toda la sociedad; y es aquí donde justamente hablamos y – lo más importante- hacemos la Épica.