Crónicas históricas de mi querido Vallenar LAS SIETE VIDAS DEL “GATO” NÚÑEZ

Si hay en Vallenar un personaje con más historias que el mítico Pedro Urdemales y que, además, resulta entretenidísimo escucharlo, éste no es otro que Jorge Núñez Aguirre, conocido por todo el mundo como “Gato” Núñez.

No había quién no lo saludara y entablara diálogo cuando caminaba por el centro de la ciudad hasta un tiempo atrás. Hoy, debido a su edad, a un problema de sordera y, sobre todo, al covid, la familia prefiere que no salga de su casa y permanezca a buen resguardo, revisando sus antiguos negativos fotográficos o escuchando las cassettes de tangos que tanto disfruta.

De partida, no debió ser “Aguirre”, sino que “Osorio”. Todo comenzó con la llegada a Vallenar de su abuelo materno Manuel Osorio Bedoble, administrador de la hacienda Longomilla, quien contrajo matrimonio con la atacameña Rosa Aguirre de cuyo enlace nacieron varios hijos e hijas.

 “Cuando mi padre (Andrés Núñez Barrios) se fue a casar con mi madre, figuraba como Lucía Aguirre Osorio y debió haber sido Osorio-Aguirre. Mi taita le preguntó al oficial civil cuánto demoraba el cambio de apellido y le respondió que como tres meses. Entonces, mi taita dijo: “No, no… no tengo tanta paciencia, así es que casémonos altiro no más”. Todos los hermanos de mi madre son Osorio Aguirre, excepto ella.

Como dato curioso, aporta el dato que el hermano de su abuelo materno, Ramón Osorio, era uno de los más acaudalados vecinos de Copiapó, al punto que regaló los terrenos para la construcción de la Escuela de Minas en 1857.

Sin embargo, otra historia digna de contar, que sólo podía haberle ocurrido “exitosamente” a él, la escribió en la antesala y posteridad al golpe militar.

Durante el gobierno de la Unidad Popular era habitual que un grupo de amigos de Vallenar se reuniera en el desaparecido Restaurante “Charles”, perteneciente entonces al empresario gastronómico Carlos Reygadas, ubicado en la vereda poniente de la calle Brasil, entre Ramírez y Prat.

“Esto no lo sabe, prácticamente nadie en Vallenar. Este grupo, que lo componía entre seis y ocho amigos, nos juntábamos para tomarnos un vinito, hablar de mujeres, pelar a quien se nos ocurriera, echar la talla y, sobre todo, hacer tiempo para ir a acostarnos. Era una costumbre de todas las noches. Uno de los amigos era Samuel Ledezma, un mecánico que tenía su taller en calle Sargento Aldea, donde un tiempo estuvo la cancha de básquetbol del club Ferroviarios. Él era mi compadre, porque había sido padrino de una hija mia. Como Ledezma tenía vehículo, en las noches me llevaba de regreso hasta mi casa que, en ese tiempo, quedaba en la calle Matriz. Siempre fue muy atento conmigo”, recuerda el “Gato”.

“Cuanto vino el Golpe, Ledezma apareció como el jefe de la Guardia Blanca de Vallenar que, en rigor, eran los civiles de derecha que se unieron a los policías y militares para perseguir a los opositores al régimen de Pinochet. Y se supone que en ese grupo del “Charles” éramos todos de izquierda. Esto yo lo sé porque, años después, me lo contó un carabinero muy amigo mio también, quien me confesó que Ledezma dijo delante de todo el contingente persecutor: “A mi compadre Gato, no me lo toca nadie”. Entonces, por eso me salvé. Obviamente, en ese momento, yo no lo supe y pasé hartos meses durmiendo en una casa y otra. Después del “11” yo me acostaba vestido, porque estaba convencido que en cualquier momento me iban a ir a buscar”.

El “Gato” tiene el más agradecido recuerdo de su compadre, obviamente, porque en esa fecha, muchos se olvidaron de las amistades y relaciones familiares, traicionando a quien fuera. “Samuel Ledezma debiera estar viviendo en Santiago, perdimos el contacto hace muños años, pero se portó muy bien conmigo, porque para hacer esa jugada se tuvo que arriesgar harto y pienso que fue valiente”.

Para otro comentario quedan sus relatos de cuando tuvo enfrente suyo nada menos que al “Che” Guevara en una casa particular de la calle Serrano en Vallenar,  de cómo se adjudicó la representación de una importante empresa dedicada a la distribución de películas de color o de la bohemia ochentera de la disco “El Casillo”.

SERGIO ZARRICUETA ASTORGA