El restaurante Capri llega a su fin tras 60 años de historia en Vallenar
pandemia. Fue un punto de encuentro de deportistas, ya que su fundador fue Nelson Rojas.
Una historia de cerca de 60 años llega a su fin. El popular y concurrido Restaurante “Capri” de Vallenar, conocido entre las familias vallenarinas, sobre todo, entre los deportistas, cierra sus puertas definitivamente. La pandemia del covid y la incertidumbre ante los tiempos venideros llevó a la familia Rojas-Castillo a bajar las cortinas de este local que abrió sus puertas en la década del sesenta.
Aldo Rojas Castillo, continuador del legado de su padre junto a su hermana María Angélica, manifestó que “costó tomar la decisión, pero ya son muchos meses los que llevamos de pérdida (pago de arriendos y sueldos del personal) y por eso no había otra alternativa”, dijo.
Este local, popular por las sabrosas cazuelas, el apetitoso shop y la buena atención de sus dueños, comenzó a atender en calle Prat (donde hoy está Provida) a cargo del querido vallenarino Nelson Rojas “Checonato” y un hermano suyo. Sin embargo, hubo un tiempo en que “Checonato” abandonó la sociedad para hacerse cargo del casino de la Medialuna y la Casa del Maestro. Fue en 1975, aproximadamente, cuando volvió para hacerse cargo definitivamente de este local junto a su esposa e hijos.
Estuvieron en otro local hasta que en 2007 llegaron a atender frente al Mercado Municipal de Vallenar. “El Capri empezó como fuente de soda y algunos años después, mi padre lo amplió a restaurante y empezamos a vender comida”, explicó Aldo Rojas, quien destacó la bondad del shop que vendían a sus habituales clientes: “La misma gente dice que el mejor shop que han probado en Vallenar ha sido el que consumieron en El Capri, los barriles nunca se quedaron estancados, estaban en constante rotación”.
UNIDO AL DEPORTE
El Capri era un punto de encuentro de los deportistas, sobre todo cuando había transmisiones de importantes partidos de fútbol y se llenaba el local con hinchas de la Roja o de los equipos más populares. Pero, este sello no fue fortuito, sino que el resultado del trabajo y compromiso de don Nelson Rojas con el deporte. “Mi padre fue entrenador de fútbol local, siempre estuvo ligado al deporte, el estadio lleva su nombre. Llegaba mucha gente cuando estaba vivo y él tenía una paciencia increíble para conversar, una calidez, por eso la gente lo quería y lo quiere”, señaló Rojas.
Ya han vendido casi lo que tenían en el recinto y a fin de mes lo entregan, cierran sus cortinas debido a las circunstancias derivadas de la pandemia. “No puedo decir no voy a volver, tenemos guardadas las patentes, las tenemos pagadas, no puedo decir responsablemente nunca más vamos a volver. Pero es difícil porque este restaurante era popular, vendíamos mucha comida de casa, la gente nos acompañaba porque era barato, bueno y la atención era rápida. Era una característica, eso lo había implementado mi padre, pensaba que la gente no tenía mucho tiempo para ir a comer y había que atenderla rápida y bien, ese fue un sello del restaurante”.
A pesar que es local pequeño, siempre vendían entre 150 a 200 almuerzos y había una rotación de la clientela. “Esos fueron factores que nos hicieron tomar esta determinación, con todas estas condiciones para trabajar era imposible mantenerlo por las medidas sanitarias”.
Ya se finiquitó a los trabajadores, ya que “más que trabajadores para mi padre eran colaboradores, siempre hubo un trato muy deferente a ellos, tomaban desayuno, comían lo que querían, almorzaban, era como una familia. En los tiempos buenos, le incrementábamos también a ellos, por eso hubo una muy buena comprensión de parte de ellos para negociar su finiquito. Durante los meses que nos pudimos trabajar le pagamos las imposiciones para que pudieran acceder a la cesantía, pero ya es imposible mantener el local de esa índole, donde se debe vender mucho para poder ganar, porque era muy barato, el costo era altísimo”. Aldo Rojas siente nostalgia al recordar el restaurante que conoció a tantas generaciones de vallenarinos, los que al conocer que cierra sus puertas, se han acercado como una forma de despedida. “El cariño que hemos recibido últimamente ha sido muy bonito, pero hay que poner los pies en la tierra para tomar una decisión. Creo que debe ser el último restaurante antiguo de Vallenar que quedaba y con el prestigio, más que fue creado por mi padre que era tan querido. Hemos ido mejorando con el paso del tiempo en cuanto a tecnología, pero siempre con el mismo carisma que tenía él, la buena atención, familiaridad con clientes, la conversación con ellos. Era uno de los restaurantes que se sentaban a la mesa gente que no se conocía, da nostalgia, pero es una realidad que hay que asumirla”, concluyó.
…