Más Construcción, menos Obstrucción

Si nuestras autoridades, sin importar su afiliación política, comenzaran a enfocarse en desafíos constructivos que realmente beneficien a la ciudadanía en lugar de enfrascarnos en discusiones estériles que solo interesan a una pequeña parte de la sociedad y que obstruyen proyectos relevantes, la percepción ciudadana de su labor cambiaría significativamente. Temas cruciales como las pensiones, la salud, la educación, los tributos y la seguridad son las verdaderas preocupaciones de la sociedad. Sin embargo, a pesar de los años, e incluso décadas, estos temas siguen sin destrabarse en el parlamento, desperdiciando tiempo valioso. Por ejemplo, la falta de acuerdo sobre la reforma de pensiones durante casi ocho años es tiempo irrecuperable para quienes se acercan a la jubilación.

Sin embargo, como parecieran no ser esos los temas prioritarios para ciertos sectores políticos, el electorado, evidentemente se angustia y empieza a abrir sus opciones a los polos que, de manera popular y sensacionalista, ofrecen solucionar todos sus males con el sólo hecho de salir electos; ejemplos de promesas al boleo hay varias y sus resultados cercanamente nulos.

Una política madura, respetuosa, que negocia en bases a principios que, aunque parecieran diferentes, sí tienen un interés superior común, es la que añora la comunidad. Pugnas mediáticas, gallitos, posiciones intransigentes y tensiones varias, dilatan “in aeternum”, los que con mayor voluntad política podrían transarse de cara a aquellos anhelos sociales; el no hacerlo, deja la puerta abierta para que las diversas caras del populismo se abran paso con la única propuesta de criticar lo que el Establishment no han logrado cumplir, adentrándose soterradamente en la población, hipnotizando, cual Flautista de Hamelin, al ciudadano de a pie, que ve cómo la vida les pasa sobre los ojos e impávido no atina a más que la resignación y donde si alguien les ofrece una mirada diferente de su vida, ante la desesperación de la rutina, naturalmente compra y consume el populismo que le ofrecen, aunque este tenga un evidente efecto placebo.

Es por ello que la construcción de acuerdos y la superposición del interés superior del país, por sobre los particulares y electorales, es la mirada que demanda la ciudadanía, es la mejor forma de avanzar, recuperar la confianza y contener el populismo; por otro lado, la obstrucción u oposición a proyectos de real beneficio social (vengan de donde vengan), por el sólo hecho de no ser propios, potencia el crecimiento de vertientes sensacionalistas que junto con carecer de sustento real, amenazan la democracia que aunque pareciera robusta, siempre tiene flacos de fragilidad que se deben resguardar y proteger.

Felipe Vergara Maldonado

Analista Político

Universidad Andrés Bello

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