La partería tradicional como patrimonio cultural inmaterial: cuatro aspectos esenciales
Por Camila Flores, antropóloga y académica de la carrera de Sociología de la U.Central Región de Coquimbo.
Recientemente, la partería tradicional colombiana ha sido reconocida por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial durante la sesión 18 en Kasane, República Botsuana. Este hecho contribuye a salvaguardar una tradición ejercida por hombres y mujeres a lo largo de milenios, evidenciando su continua relevancia para América Latina. Por este motivo, quisiera destacar cuatro puntos que considero necesarios para abrir un diálogo sobre el tema que nos resulte fructífero y enriquecedor.
En primer lugar, se trata de un logro invaluable para quienes apreciamos los saberes y prácticas médicas que resguardan la vida humana, pues resulta esencial comprender que este patrimonio no se limita al Pacífico colombiano, sino que se extiende a otros países como Chile. Aquí, diversas organizaciones destacan la importancia de colaborar con la obstetricia para respetar los derechos de las mujeres en el parto, reconociendo a las parteras como agentes fundamentales en la lucha contra la violencia de género.
Lo anterior nos lleva a considerar, como segundo punto, que su expansión a otras regiones del continente no involucra una homogenización de su práctica. La partería tradicional e indígena se enraíza en sistemas médicos culturales vinculados al uso de remedios locales, lo que implica que el abordaje del nacimiento varía según las características culturales y la protección de la medicina local.
En tercer lugar, es esencial desmitificar la idea de que la partería tradicional actual es idéntica a la practicada hace 1.000, 500 o 40 años atrás. La cultura cambia debido a procesos históricos y las personas no hacen siempre lo mismo, sino que perfeccionan sus conocimientos en virtud de las experiencias acumuladas y el intercambio de saberes. La continuidad cultural de la partería se manifiesta, tanto en la mejora constante del oficio, como en la innovación y conocimientos cada vez más sofisticados de la medicina tradicional y/indígena que enriquecen su ejercicio con saberes biomédicos.
Por último, es fundamental reflexionar sobre el riesgo que involucra conceptualizar la partería tradicional y, cualquier expresión cultural en general, como algo estático. La folklorización y exotización de esta práctica puede ser un evento perjudicial para su desarrollo, relegándola a un saber y práctica congelado en el tiempo. Por el contrario, entender la cultura y el patrimonio inmaterial como hechos dinámicos, nos permite vincular lo patrimonial y lo médico en aras del objetivo fundamental de este oficio: dar vida humana, especialmente en lugares aislados sin presencia de sistemas de salud.
Reflexionar en torno a estos puntos resulta fundamental a la hora de abrir diálogos que fomenten la preservación y recuperación de la partería tradicional e indígena, comprendiendo la noción de patrimonio inmaterial como un hecho que sobrepasa por mucho la folcklorización y el estatismo cultural.