DE AQUÍ AL 2025 EN CHILE FALTARÁN 32.000 PROFESORES

  • Según un estudio de Elige Educar de aquí al 2025 existirá un déficit de  32 mil docentes en nuestro país, sobre todo es zonas rurales y extremas, uno de los motivos que más se repite entre los encuestados, es la falta de apoyo a profesores nuevos, recién insertos al sistema publico educacional.

Una de las soluciones a este gran dilema según la Fundación Impulso Docente será bajo la metodología de profesores que acompañan a otros profesores: formar mentores en las escuelas de Chile que  ayudaría a reducir el déficit de maestros.

¿Cómo poder contribuir a los profesores en las zonas más remotas de Chile? Según Fundación Impulso Docente, la formación de profesores mentores al interior de las escuelas, liceos y colegios de Chile contribuye a derribar esta barrera geográfica. Y, a través de cursos online, es posible formar mentores en pequeñas localidades o zonas más aisladas, evitando el traslado en tiempos de pandemia. De hecho, según la encuesta que realizó el Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación – CEPPE UC entre los profesores capacitados por Impulso Docente el pasado 2020, el 64% considera que la modalidad virtual facilitó la participación en este curso de formación.

Un mentor es un docente experimentado que ayuda a sus colegas docentes a mejorar sus prácticas pedagógicas y, con ello, a facilitar su inserción y permanencia en una escuela, liceo o colegio, especialmente al inicio de su carrera. «No es un supervisor. Un mentor acompaña al docente a cargo de tal manera que él mismo o ella misma se da cuenta de sus propias fortalezas. Todo esto a través de un discurso basado en un vínculo de confianza, sin juicios de valor y desde la empatía, respetando así la manera de enseñar del profesor”, señala Bernardita Yuraszeck, directora ejecutiva de Impulso Docente.

Sin embargo, no se trata sólo de “acompañar a tu colega”. Implementar un acompañamiento a docentes efectivo no es fácil, pero, aquí brindamos ciertas condiciones que lo facilitan.

  1. Primero, la mayoría de los docentes debe creer que la observación es útil para mejorar su práctica, que las desventajas son menores a las ventajas. Recomendamos que las mentorías sean voluntarias, que el mentor invite a algún docente a participar, pudiendo el invitado declinar esta invitación.
  2. Segundo, deben primar sentimientos positivos hacia la observación. Los mentores deben lidiar con la ansiedad, la inseguridad y la desconfianza que puede provocar el acompañamiento para algunos docentes. No hay que desconocer estos sentimientos negativos: hay que abordarlos e intentar bajar barreras, por ejemplo, agendando con antelación las observaciones. El objetivo no es “pillar” al docente sino acompañarlo a reflexionar, idealmente, sobre lo que él considera que es su mejor clase.
  3. Tercero, el contexto de la comunidad escolar debe ser amable y basado en la confianza. El objetivo de la mentoría debe ser claro y basado en las metas personales que la profesora quiere lograr. Además, el docente debe validar la experiencia del mentor y creer que puede ser un aporte para mejorar su práctica.

No olvidemos que “los educadores y educadoras, quienes mantienen un vínculo directo con la mayor parte de las familias del país, pueden jugar un rol decisivo en esta estrategia. Tal como se ha declarado prioritario el cuidado de los equipos médicos, como país debemos brindar todo nuestro apoyo a los docentes, resguardando su bienestar y potenciándolos como agentes de salud mental” comenta Ignacio Zenteno, director de Asesorías en Aprendizaje Socioemocional de Fundación Impulso Docente.